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Escribo desde siempre. Sin pretensiones intelectuales, ni locas vanidades de reconocimiento. Alentada por la persona que más amé en el mundo, a quien agradezco y humildemente dedico este blog... a mi madre.-

Bienvenidos

Aquéllos que me conocen me reconocen en lo que escribo, los que no, pueden empezar a hacerlo desde aquí; de cualquier manera ten la gentileza de dejar tu sincera opinión.
Ojalá lo disfruten.-

martes, 10 de enero de 2017

LAS COSAS QUE DUELEN




No duele saltar al vacío, lo que duele es lo previo, es el miedo a saltar.
Una vez en caída, el viento se encarga de alisar abismos, silenciar los gritos, calmar las entrañas y no es que el coraje nos crezca de pronto es que simplemente el hecho en sí mismo no nos da ventajas para razonar.
Ya no duele más el puñal sangriento, lo que duele pasa mucho más por dentro, cerca del orgullo por ser atacado, cerca del delirio que lleva al suicidio; duelen los que quedan llorando por siempre, duele eternamente.
No duele la rosa ni la propia espina, duele que el pimpollo no abrirá mañana como uno imagina. Duele que se ha roto lo que habías pensado, tantas ilusiones que habías creado,
se torna difícil tener que seguir.
Duele para siempre lo que no se hizo, lo que nunca fue; se niega el cerebro a pensar en todo lo lindo de ayer.
Nos volvemos ciegos, torpes, chiquititos; un loco egoísmo se sienta a la mesa y a diario pretende que gire en reversa  al propio planeta.

No duele la muerte ni el metal helado, duele y duele mucho el proyecto trunco, el vestido blanco que sigue colgado, la emoción abierta, duele haber soñado.

EL TROMPO



A veces me golpean los diarios, las noticias, las amargas verdades hieren como un puñal,
las miserias del mundo, las locas vanidades, las palabras que vuelan así como al azar.
Hay veces que parece que ya no habrá remedio, que todo es rabia y lucha, deseos de matar,
que se mueren los buenos que nunca han hecho daño y parten para siempre la justicia y la paz.
Yo siento que desprenden mi piel de veinte años,que roban mi inocencia y el candor ya no está,
la esperanza se aburre flotando en los floreros que sedientos se secan cansados de esperar.
La ilusión en hilachas es viento en el incendio, la ven como enemiga, no se debe aumentar,
si  existen soluciones las tiran a un abismo para que nadie sepa que hay otra realidad.
Nos comen las ideas, nos borran las sonrisas, que nadie vuele alto ni se atreva a soñar
porque la mugre es limpia, lo malo es culpa nuestra y algunos tan ingenuos lo creen de verdad.
¿Y los niños?
Esos pobres idiotas que repiten un cuento donde la realidad ha quedado tan lejos de los libros de historia, repiten de memoria lo que dice un papá que recién a esta altura de la vida madura viaja por toda Europa buscando al exiliado muy bien remunerado que encontró un buen trabajo pero lejos de acá.
Así cambian las cosas los que ayer se quejaban hoy la pasan genial y miran por un tubo sin pensar un minuto que la lucha de otrora en la basura está.
Y dan mil argumentos, se defienden, se atajan, se creen su propia farsa, no quieren razonar
que todo lo que antes usaban de bandera, de irónica manera cambiaron de pensar.
Es lógico, lo entiendo, sienten que lo merecen y deben disfrutar,  
pero no se dan cuenta lo caro que han pagado, el amor está lejos y nunca volverá.
A veces me golpean los diarios, las noticias, las guerras más lejanas, el hambre aquí nomás
y ojalá que muy pronto nos demos cuenta juntos que nada ha cambiado, que todo sigue igual.

La vida es como un trompo que se cae de costado, son otros los que juegan, otros lo hacen girar.

sábado, 7 de enero de 2017

DIOS BENDIGA A ESA SEÑORA




Dios bendiga a esa señora que se persigna mil veces
que va vestida de negro rezando bajo, entre dientes.
Unos piensan que está loca, los niños hasta le temen
pero va en su propio mundo y sin nadie que la quiere.
Dios proteja a esa señora que lleva dos cascabeles
prendidos a su cintura para que nadie se acerque
que pasa toda la noche hablando sola en la plaza
y amanece hecha un ovillo como si fuera torcaza.
Dios bendiga la locura de sus ojitos celestes
que de tanto mirar cielos se le volvieron agrestes,
tan faltos de urbanidad, de caricias, de consuelos.
Dios bendiga su regazo donde acomoda a su perro
y le canta unas canciones después de unos panes viejos.
Unos quieren su destierro, que se la lleven bien lejos,
otros compran su bondad haciendo sonar su precio.
Dios bendiga a esa señora que en murmullos solitarios
carga en hombros su humildad con dignidad infinita
y acaricia su rosario para que la humanidad
tenga lo que necesita.