Una nube gigante cubrió parte del cielo,
los pájaros callaron y se levantó viento,
los niños que jugaban corrieron hacia adentro,
la tarde se hizo oscura con pavorosos truenos.
Unas gotas calientes cayeron sobre el suelo
y en aquel patio ardiente en humo convirtieron;
de a poco fue creciendo ese manto mojado
de charcos incipientes y ríos azulados
hasta formar la tromba violenta y tempestuosa,
derribándolo todo con rabia peligrosa.
Después llegó el granizo y corrimos contentos
juntando a manos llenas los hielos del refresco.
Al fin siguió lloviendo, lloviendo el día entero,
se llenaron estanques, los arroyos y cuencos
y estos fueron motivo para iniciar el duelo:
una guerrilla de agua convertida en festejo.
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