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- Alicia
- Escribo desde siempre. Sin pretensiones intelectuales, ni locas vanidades de reconocimiento. Alentada por la persona que más amé en el mundo, a quien agradezco y humildemente dedico este blog... a mi madre.-
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Aquéllos que me conocen me reconocen en lo que escribo, los que no, pueden empezar a hacerlo desde aquí; de cualquier manera ten la gentileza de dejar tu sincera opinión.
Ojalá lo disfruten.-
Ojalá lo disfruten.-
viernes, 27 de septiembre de 2013
MI ABUELA AZUL
A veces con el viento, la mecedora cruje,
parece que extrañara aquel rítmico andar,
cuando mi abuela azul me subía a su falda
y todo en torno mío parecía flotar.
Azul, porque sus ojos eran trozos de cielo,
azul porque a su pelo solía matizar,
azul por medio luto por falta del abuelo,
azul porque la quiero siempre azul recordar.
Abrazada a su cuello le olía ese perfume
de pequeñas lavandas que hablaban en francés
y en su pecho colgaba un lindo camafeo
de zafiros azules y marfil japonés.
Azul, mi linda abuela se grabó en mi recuerdo
con sus ojos claritos y la tez color miel
y su halo celeste flota siempre a mi lado
ángel guardián que traigo de lejana niñez.
Cómo mirar el cielo sin recordarla a ella
si parece que el tiempo jamás podrá borrar
a aquella viejecita que hamacaba a su nieta
con brazos perfumados y ojitos de cristal.
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muy lindo . me hiciste retrotraer muchos años ya que tambien me senti reflejado con mi abuela que no tenia ojos claros pero tambien la recuerdo en su mecedora. Felicitaciones Alicia
ResponderEliminarAli: mi abuela como la tuya, tenía esos ojos celestes y su pelo rubio canoso. Yo no recuerdo un abrazo de la abuela, ella nos brindaba su amor de otra forma: con sus sopas sabrosa donde nadaban las hojas frescas de orégano, sus racimos de uva "robados al abuelo" antes del 23 de febrero,(día del cumpleaños de la tía). Abuela que nos enseñó a jugar al ludo y al roba-montón! Que sentada en el porche con su blanco delantal, dejaba transcurrir sus tardes, mirando pasar la gente y enseñando a sus nietos a comer gofio con azúcar (sin reírnos) ¡Moviiste un montón de mecanismos de la memoria! Gracias!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Daniel y qué suerte que tuvimos abuelas inolvidables. Ellas nos amaron y sin saberlo entonces, nos enseñaron a amar. Somos parte de un clan privilegiado, el clan de las abuelas que dejan una huella para siempre.
ResponderEliminarGracias otra vez.
Qué bueno que lo escrito haya movido esos recuerdos dormidos, Selva. Creo que uno conoce a la gente, a sus amigos, por el relato de sus recuerdos de infancia, porque éllos nos formaron y son parte de nuestra forma de ser actual. Comer gofio sin reírse era además de difícil, muy gracioso, ahora entiendo tanto buen humor ante una caída vergonzante como la de ayer, seguramente esas actitudes también fueron heredadas. Me encantó saber de tu abuela, su sopa, sus juegos y su delantal.
ResponderEliminarUn beso.