Siento la fuerza enorme del tornado furioso,
no puedo contenerme, soy ciclón tropìcal,
tifón indestructible, un viento pavoroso,
soy fiera que no duerme esperando atacar.
Otra veces soy niebla entre helechos boscosos,
un manto de rocío, una gota de mar,
indefensa en el charco, retenida en los ojos,
bendita como el agua de pila bautismal.
Soy dos en este cuerpo de alma y de materia,
de alegría y tristeza, de amor y de maldad,
mi sangre está formada por dos polos opuestos,
soy ángel y demonio, lucho entre el bien y el mal.
Admito mis miserias para decir entonces,
que a pesar de mí misma, de esta dualidad,
soy neta, pura, única, especial, diferente
como agua de una fuente y viento de huracán.
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