Allí donde habitan los rojos duendes de atmósferas lejanas
y las tormentas crean una música extraña;
allí donde se dobla el espacio infinito
en una curva oscura persiguiendo un mañana,
allí es donde yo tengo amarrados mis sueños
y en las noches de luna regocijan mi alma.
Tan lejos de este mundo, casi en otro universo,
mi cuerpo flota leve por caminos ignotos
y soy un alma en pena que de verdad no ha muerto,
soy estrella fugaz de un cielo tan remoto.
Si tú pudieras verme sin cuerpo ni vestido,
si pudieras sentir la energía vibrante,
si al fin me conocieras sin normas sin sentido,
sin sustancia o materia al menos un instante,
seríamos dos puntos rozándose en el viento,
un diminuto rayo de luz del firmamento,
una esperanza loca, un sinfín de los tiempos.