Yo tengo una lata
llena de botones
dorados enormes,
chiquitos de nácar,
de todos tamaños
y miles colores,
pero el que yo busco
parece que falta.
Es que mi camisa
celeste bordada,
de ésas que se lavan
y que no se planchan,
ha perdido uno
que lleva en el centro
y me da una pena
no poder usarla.
Hace justo un año
que la había comprado
en esa tiendita
de enfrente a mi casa
y cuando salía
para hacer mandados,
invariablemente
yo iba a mirarla.
Y ahora que la veo
mojada en la percha,
chorreándole el agua
como si llorara,
quiero conseguirle
la joya que falta
y en medio del pecho
habré de pegarla.
Cuando pase el tiempo
y quede gastada,
todos sus botones
guardaré en mi lata
porque no es posible
que algo tan bello
parta para siempre
llena de botones
dorados enormes,
chiquitos de nácar,
de todos tamaños
y miles colores,
pero el que yo busco
parece que falta.
Es que mi camisa
celeste bordada,
de ésas que se lavan
y que no se planchan,
ha perdido uno
que lleva en el centro
y me da una pena
no poder usarla.
Hace justo un año
que la había comprado
en esa tiendita
de enfrente a mi casa
y cuando salía
para hacer mandados,
invariablemente
yo iba a mirarla.
Y ahora que la veo
mojada en la percha,
chorreándole el agua
como si llorara,
quiero conseguirle
la joya que falta
y en medio del pecho
habré de pegarla.
Cuando pase el tiempo
y quede gastada,
todos sus botones
guardaré en mi lata
porque no es posible
que algo tan bello
parta para siempre
sin dejarnos nada.
Sencillo y bonito.
ResponderEliminarSi me dijeran que eligiera el poema que más me representa, seguro escogería éste. La lata la conservo toda, de la camisa sólo existen sus botones y hay personas que se han ido para siempre.
EliminarUn beso, Selva.
Precioso Alicia!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, querida Estela. Te envío mi cariño.
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