Madurez implacable
que te asomas de a poco
a espejos y reflejos,
que marcas en mi rostro
los tantos ya jugados
y me secas los labios
que ayer fueron carnosos.
Apártate si puedes,
elige otros caminos,
permite que el volcán
que estalla dentro mío
vomite este calor
que me recorre el cuerpo
y que esa lava ardiendo
se derrita en mis besos.
No vengas hoy, mañana
el portón de mis brazos
de par en par abiertos
te albergarán serenos,
mas hoy, dame una tregua
y deja que me escurra de ti,
de entre tus dedos.
Deja que mi vestido
blanco y recién lavado,
se ensucie con el polen
dorado de los campos.
Deja que grite al viento
cantos desentonados,
deja que me despida
joven entre sus brazos.
Tan felina, mañana
me morderás el cuello,
sofocarás mi risa
y fruncirás mi ceño,
y atrapada en tus garras,
no tendré escapatoria
y me darás los besos
más tristes de la historia.
que te asomas de a poco
a espejos y reflejos,
que marcas en mi rostro
los tantos ya jugados
y me secas los labios
que ayer fueron carnosos.
Apártate si puedes,
elige otros caminos,
permite que el volcán
que estalla dentro mío
vomite este calor
que me recorre el cuerpo
y que esa lava ardiendo
se derrita en mis besos.
No vengas hoy, mañana
el portón de mis brazos
de par en par abiertos
te albergarán serenos,
mas hoy, dame una tregua
y deja que me escurra de ti,
de entre tus dedos.
Deja que mi vestido
blanco y recién lavado,
se ensucie con el polen
dorado de los campos.
Deja que grite al viento
cantos desentonados,
deja que me despida
joven entre sus brazos.
Tan felina, mañana
me morderás el cuello,
sofocarás mi risa
y fruncirás mi ceño,
y atrapada en tus garras,
no tendré escapatoria
y me darás los besos
más tristes de la historia.
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