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- Alicia
- Escribo desde siempre. Sin pretensiones intelectuales, ni locas vanidades de reconocimiento. Alentada por la persona que más amé en el mundo, a quien agradezco y humildemente dedico este blog... a mi madre.-
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Aquéllos que me conocen me reconocen en lo que escribo, los que no, pueden empezar a hacerlo desde aquí; de cualquier manera ten la gentileza de dejar tu sincera opinión.
Ojalá lo disfruten.-
Ojalá lo disfruten.-
miércoles, 5 de agosto de 2015
YO FUI PRINCESA
De niña yo fui princesa en el jardín de mi abuelo,
con corona de jazmines enredada entre mi pelo .
Un vestido de tul blanco que me llegaba hasta el suelo
con cintas de mil colores y un enorme camafeo.
Como cetro, una gran pluma robada de algún plumero
y un trono más que adecuado, el banco de carpintero.
Allí pasaba la tarde hablando con mis plebeyos
que eran vecinas de cuadra, nietas de amigos de abuelo
y cada una traía manjares para mi reino:
pastel de naranja y barro, alfajorcitos de arena,
un coctail de margaritas en copitas de azucenas
y hacíamos ademanes de comer y beber todo
mientras mi madre reía de mis remilgos y modos.
A veces era la hermana más mala de Cenicienta,
fui doctora, bailarina, bruja, azafata y maestra,
una vez fui capitán, otras tantas marinero,
fui fantasma, india, pirata, incluso fui hasta heladero.
A la sombra de la parra mi niñez, mi adolescencia,
fui dejando las muñecas por el amor a un chicuelo
y aunque jamás se enteró ni de mi propia existencia…
...de niña yo fui princesa en el jardín de mi abuelo.
*
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Fantástica niñez! Me hace acordar a Juana, por su frescura.
ResponderEliminarLos juegos de la niñez nos quedan grabados para siempre, hay que fomentarlos, alejarlos de los teclados.
ResponderEliminarEn cuanto a Juana, ella era y será incomparable, Maestra de todos.
Un beso grande.
excelente Alicia . se ve viviste una muy linda infancia, que bueno puedas compartirla
ResponderEliminarTuve la infancia común de hace 50 años atrás, los juegos al aire libre fomentaban la imaginación pero reconozco que mi madre era una inspiración con su espíritu juvenil y alegría contagiosa. Con ella descubrí el verdadero valor del relato, me contaba historias, me leía, incluso inventaba....sí, creo que tenías razón, tuve una infancia muy linda.
ResponderEliminarGracias Daniel, por estar aquí.