Mil años luz después,
se prendieron las luces del tablero,
trepidaron las carcasas,
los fuegos se reencendieron
y comenzó la aventura
de un posible “amarizaje”,
Pusimos pie en otros mundos,
quitamos los fuselajes,
orbitamos en segundos
las estrellas y los cuásares.
Conquistamos el espacio,
terreno desconocido,
tratando de dejar huellas
imborrables sin testigos..
Nos hundimos en abismos
y en los mares más tranquilos
bajo lluvias estelares
gravitamos sin sentido
entonces, en un abrazo
se confundió el horizonte
con el lejano infinito.
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