El ruido del golpe me quebró el silencio,
quebró mis horarios, me quebró los hierros
y quebró mi cuerpo.
Se formó una ronda de gente buena
que, por mirarme, no hacían nada,
más que mirarme que hasta los gritos
se me quebraban entre el estruendo.
Y tuve frío y tuve miedo y tuve pena
de verme solo casi muriendo.
Entre la gente, yo vi a un soldado,
a un policía, a un enfermero
y me sedaron tanto que ahora ya ni recuerdo.
Ya no me duele más que por dentro,
soy ese hombre que está en la foto del documento
y soy marido de esa señora con hijos tiernos.
Acepto todo, todo comprendo pero quisiera
que por las noches cuando me duermo,
logre callar a ese ruido seco que sigo oyendo.
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