Quiero sentarme aquí, luna de plata,
donde los centinelas hacen noche
a contemplar por fin el horizonte
y vigilar las sierras y los montes.
Quiero quitarme la fría armadura
para sentir la hierba de jardines
el valle con olor a clorofila
y el manto rosado de macachines.
Quiero apoyar mi espalda en esta tierra
que lleva impresa toda la nostalgia
de aquellos que murieron en la guerra
por un flaco puñado de esperanza.
Quiero apoyar mi cabeza en la piedra
donde el indio apoyaba su confianza
y traicionado por conquistadores,
su sangre la tiñó de colorada.
Quiero sentarme aquí por un segundo
llorar por el cacique y por su raza
borrarme ese recuerdo nauseabundo,
con lágrimas quitarme tanta rabia.
(Existe en Uruguay
un Pueblo Viejo
que no sabe por qué
así se llama.)
Los Últimos Charrúas
Edmundo Prati, Gervasio Furest Muñoz y Enrique Lussich.
Prado . Uruguay
Tristeza auténtica... Muy sentido.
ResponderEliminarRealmente es una pena mirar hacia atrás y comprobar la cantidad de muertes sin sentido que hubo en el pasado. Lamentablemente el hombre sigue repitiendo los mismos errores con otros fines, con otras excusas pero siempre sigue haciendo lo mismo. Muchas gracias Selva.
ResponderEliminar"Quiero apoyar mi espalda en esta tierra
ResponderEliminarque lleva impresa toda la nostalgia
de aquellos que murieron en la guerra
por un flaco puñado de esperanza."
Triste y real.
El 11 de abril de 1831 fue la gran Matanza de Salsipuedes, un exterminio incomprensible de los verdaderos dueños de estos lares y de allí, el vergonzoso traslado a Paris de cuatro sobrevivientes que fueron exhibidos como exóticos. Hoy nadie habla de ello.
ResponderEliminarGracias Flor, un beso.