Hay un pequeño charco dibujado en el campo,
trozo de cielo zarco que se cayó en el suelo
cual si fuera pañuelo, caído, abandonado
por tanto desconsuelo.-
Jirón, cielo gastado, harapo de lamentos
que por beber el llanto, sus manos desdeñaron
y así como se lanza al cielo un juramento,
así como se niega a Dios por un momento,
se desterró en un charco, parte del firmamento.-
La costa, su ribera, es un borde tejido,
bordado recamado de cuentas de rocío
que deshilacha el viento que un aletear provoca
para posarse luego, encima de una roca.-
Y con el gesto erguido de insensible desprecio,
no advierte que el fluido escapa como un necio
de aquella humilde boca.-
Si el ave retuviera al menos una poca,
si el sol no convirtiera sediento, en barro copa,
seguro mantendría tan húmedo su lecho
y el borde tornaría a tejerse de helechos.-
trozo de cielo zarco que se cayó en el suelo
cual si fuera pañuelo, caído, abandonado
por tanto desconsuelo.-
Jirón, cielo gastado, harapo de lamentos
que por beber el llanto, sus manos desdeñaron
y así como se lanza al cielo un juramento,
así como se niega a Dios por un momento,
se desterró en un charco, parte del firmamento.-
La costa, su ribera, es un borde tejido,
bordado recamado de cuentas de rocío
que deshilacha el viento que un aletear provoca
para posarse luego, encima de una roca.-
Y con el gesto erguido de insensible desprecio,
no advierte que el fluido escapa como un necio
de aquella humilde boca.-
Si el ave retuviera al menos una poca,
si el sol no convirtiera sediento, en barro copa,
seguro mantendría tan húmedo su lecho
y el borde tornaría a tejerse de helechos.-
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