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Escribo desde siempre. Sin pretensiones intelectuales, ni locas vanidades de reconocimiento. Alentada por la persona que más amé en el mundo, a quien agradezco y humildemente dedico este blog... a mi madre.-

Bienvenidos

Aquéllos que me conocen me reconocen en lo que escribo, los que no, pueden empezar a hacerlo desde aquí; de cualquier manera ten la gentileza de dejar tu sincera opinión.
Ojalá lo disfruten.-

martes, 28 de febrero de 2012

INTERCAMBIO





Alcánzame una estrella y te aseguro
que es toda tuya mi alma y mi desvelo
y brotará de mi pecho maduro
un suspiro de amor y miles besos.

Entrégame una ola en mar revuelto,
un confundir de algas y de peces
y sentirás que el mundo se estremece
igual que mi pollera con el viento.

Consígueme las joyas de tus versos,
regálame el delirio de tu cuerpo,
confiéreme el secreto de tu aliento
entonces, será tuyo mi universo.


*

viernes, 10 de febrero de 2012

DANZA MORENA




Baila para mí,
negra tormenta,
un candombe de truenos
y repiques,
trae la lluvia abundante
y que salpique
para que se respire
olor a menta.
Engárzame tus luces al cabello,
retoma tu vaivén,
remonta vuelo,
no escondas de mis ojos tus destellos
que tanto anhelo.
Danza para mí,
dulce morena,
apágame la sed,
besa mi boca;
si acaso por las noches
sientes penas,
no dejes de bailar,
¡vuélvete loca!


*

domingo, 5 de febrero de 2012

DESASTRE NATURAL




No hay desastre natural cuando me miras,
los incendios los apagas con tus besos
los aludes paralizan, no hay volcanes en proceso,
incluso los marermotos tranquilizan.
Las estrellas se refugian en mi almohada
los grillos hoy no improvisan y se callan
el candil de las luciérnagas se apaga
y el molino decide hacer una pausa.

No hay diluvios, no hay aguaceros de plata
no hay tornados, ni tifones ni avalanchas
ya no quedan nubes grises cuando me hablas
tu voz parece frenar las marejadas.
La niebla que me circunda desvanece,
si te acercas y me murmuras al alba
tu mano sobre mi mano me protege,
y todo mi cataclismo torna en calma.


*

LA FIEBRE




A veces cuando la fiebre...
Ese ruido gutural e icomprensible,
eras tú, que en mi delirio,
suplicabas a los dioses
un remedio para mí.
Mil demonios entre flores,
del tapiz, yo vi surgir.
En mi frente tu pañuelo,
siempre húmedo de lágrimas,
me empapaba hasta morir.
Y el silencio fiel de tumba
se rompía en mis oídos
con tu leve ir y venir.

A veces, y sólo a veces...
Estoy sola en este mundo
con mis monstruos y mis gritos,
sin ninguna compañía,
al borde de un infinito
donde me aterra vivir.
Y me recuesto en tus brazos
protectores e indulgentes,
abarcantes y valientes,
que me cubren y rodean,
que me ciñen y me incluyen;
la pared vuelve a ser muro,
la fiebre se me disipa,
los temores se destruyen
y al fin comienzo a vivir.


*
Madre e Hija - Claudia Tremblay