Por la pequeña mirilla,
en secreto,
un ojo curioso,
las manos inquietas,
la frente sudorosa
y la respiración entrecortada.
Pero más allá de ese anónimo mundo,
tras la puerta...,
nada.
Abierta,
expuesta,
explícita y palpable,
la idea se pavonea
con su aire exhibicionista.
Si por algún motivo que no entiendo,
hoy te asaltan las lágrimas del cielo,
si por algún motivo algo inconfeso,
hoy tus mejillas parecen riachuelos…
ama tu casa y al cuervo de su alero.
Ama el camino que va por la colina,
sus alerces gigantes, sus espinas.
Ama el guijarro pulido por el río
y a la roca quebrada que hiere con su filo.
Ama la anciana trilogía de lluvia, viento y frío
para amar los abrazos y las copas de vino.
Ama el mar encrespado, a sus medusas,
al horizonte plomo que agoniza,
al aire enrarecido de amapolas
y al gato en la cornisa.
Ama la loca tempestad y a la llovizna,
a la estrella de mar y a las ballenas,
al vértigo del borde del abismo
que mira lunas llenas.
Ama tu libre soledad y tu silencio,
ama a quien no te supo amar y a un hombre bueno.
Ama, porque es noche y hay rocío,
ama, porque yo te quiero.
Yo me siento huracán de una fuerza brutal
yo me siento potente, rabiosa y fatal,
una llama que nunca deja de quemar,
un impulso furioso, gravitacional.
Yo me siento impetuosa, abundante y total
como un río agitado que salpica al pasar.
Una explosión de uranio, un volcán a explotar
un grito en el desierto, un eco que se va.
Yo me siento inicial, primitiva y audaz
la que lanza el balón y otros van a buscar
ahora que comprendí que esta es mi realidad
yo me siento genial.
Mil años luz después,
se prendieron las luces del tablero,
trepidaron las carcasas,
los fuegos se reencendieron
y comenzó la aventura
de un posible “amarizaje”,
Pusimos pie en otros mundos,
quitamos los fuselajes,
orbitamos en segundos
las estrellas y los cuásares.
Conquistamos el espacio,
terreno desconocido,
tratando de dejar huellas
imborrables sin testigos..
Nos hundimos en abismos
y en los mares más tranquilos
bajo lluvias estelares
gravitamos sin sentido
entonces, en un abrazo
se confundió el horizonte
con el lejano infinito.
Todavía creo
en todo lo imposible,
en aquello que rara vez parece cierto.
Aún me quedan tantas fantasías
enredadas en los ecos de mis sueños.
Aún me quedan ganas
crédulas y limpias
como el agua de manzanas.
Porque mientras yo sienta
tu perfume en mi pelo
sabré que aún es posible
sentir lo que yo siento.
El ruido del golpe me quebró el silencio,
quebró mis horarios, me quebró los hierros
y quebró mi cuerpo.
Se formó una ronda de gente buena
que, por mirarme, no hacían nada,
más que mirarme que hasta los gritos
se me quebraban entre el estruendo.
Y tuve frío y tuve miedo y tuve pena
de verme solo casi muriendo.
Entre la gente, yo vi a un soldado,
a un policía, a un enfermero
y me sedaron tanto que ahora ya ni recuerdo.
Ya no me duele más que por dentro,
soy ese hombre que está en la foto del documento
y soy marido de esa señora con hijos tiernos.
Acepto todo, todo comprendo pero quisiera
que por las noches cuando me duermo,
logre callar a ese ruido seco que sigo oyendo.
*
Quieta..., extrañamente inerte; apenas un zumbido de abejas simulaba un aliento.Casi escondida entre adelfas y castaños, hiedras y rosales, más que belleza figuraba un espanto.
A veces se prendían helechos por mis manos. Un gran liquen celeste en mi rostro parecía una costra a punto de despegarse. Era la vida después de la muerte, la naturaleza aferrándose a mis huesos, un intento de transfundir su savia en la delgadez inescrupulosa de un difunto.
A fuerza de insistencia, a veces renacía entre el hierro y la argamasa o entre bronces oxidados intentando que mi piel oliera viva. El musgo en los ladrillos se volvía esmeralda al temblar del rocío.
Esa noche dejé mi pedestal y bajé a tierra, bailé en el torbellino de la brisa de octubre y una rosa amarilla se enredó entre mi pelo y supe al fin que sola, sin tu ayuda, podría volver a ser de carne y hueso.
