De allá, del centro mismo de las sierras,
donde se elevan los girasoles al cielo,
donde las cañadas ríen y los halcones observan
donde el calor se hace fuego y el frío cuartea los tientos
de allá vienen cabalgando unos pocos en silencio.
De allá vienen cabalgando, cabalgando a paso lento.
otros están aguardando, churrasqueando junto al fuego.
Hay prosa, timba y relinchos convocando a compañeros
y se forma una reunión como estrellas tiene el cielo.
De allá vienen cabalgando los paisanos de mi pueblo.
Vienen de allá de los montes, de las marismas, los cerros,
vienen del sur y del norte, con las familias, con perros.
De a poco vienen llegando con atuendos domingueros
que no es más que unas bombachas, alpargatas y sombrero.
El patrón y el empleado juntos bajo el mismo cielo.
Si llegan en camionetas embarradas hasta el techo
seguro que los critican por más que tengan derecho
por ver paja en ojo ajeno, la envidia los vuelve ciegos
y se juntan orientales, los que son de tierra adentro,
juntos dueños y empleados, uruguayos verdaderos.
De allá, del centro mismo de la patria,
donde el olor a bosta no ofende,
donde el compromiso existe hasta que llegue la muerte,
donde la palabra dada vale más que ley escrita
vienen a cambiar la historia los hermanos ruralistas.